Los aplausos y elogios de Charly hacia el caballero de la música continuaban sumándose. “Me encanta el recital y todos sus hits. Es un gran maestro y tocó el piano por más de dos horas sin parar. Me gustó mucho y sería un placer poder conocerlo personalmente”, dijo García. Con un vaso de gaseosa en la mano, un semblante sereno, y un humor renovado, el músico argentino se sentó en la primera fila. Había llegado al estadio a las 21:45 acompañado por Nazareno Casero, Guillermina Valdés, y Rosario, Julieta y Sebastián Ortega, los hijos de Ramón “Palito” Ortega, el artífice junto a toda su familia de la gran recuperación del artista. Todo el grupo lo había ido a buscar al campo que la familia posee en Luján y donde Charly continúa su restablecimiento, luego de aquel dramático incidente en un hotel de Mendoza, dos internaciones psiquiátricas y otra por neumonía. Ya aumentó diez kilos gracias a la combinación de asados, torta y helados, camina, nada y hace ejercicios de elongación con un personal trainer, a fin de preparar los músculos adormecidos por los medicamentos que le dieron para combatir la abstinencia y mejorar la flexibilidad de sus piernas y brazos para tocar la guitarra y el piano. También se traslada dos veces por semana hacia el centro porteño a fin de continuar con los tratamientos médicos que incumben a su recuperación.
Toda una realidad de cambio que el músico asimila con lucidez, mucha paz y gran entusiasmo. “Sé que de todo esto saldrá algo muy bueno. Me estoy recuperando y cada día me siento mejor. ”, dijo Charly. Sus amigos sonríen al escucharlo. Dicen que tiene muchos deseos de volver a la música y que ya compuso cinco temas en el estudio que Palito tiene en su casa de Luján. Hacia el final del show de Elton John, cerca de la 2 de la mañana y muy conformes por la calidad del espectáculo, Charly y todo su grupo abandonaron la Bombonera para calmar el apetito en el restaurante Ruffino, donde su dueño, Cucho Fasce, les preparó un mesa con pastas caseras y pizzas a la parrilla. Dejaron el lugar pasadas las tres y Charly partió nuevamente rumbo a su refugio de Luján. “Dejarse curar o cuidar es bueno también. Y no tengo apuro. Estoy rejuveneciendo y me entusiasma el cambio (...)Tengo que seguir trabajando para estar al cien por cien. Me da mucha curiosidad pensar en todo lo que puede venir”, confesó el artista a la revista Newsweek, en diciembre pasado. Y ahora, en su primera salida, verlo sonreír y hacer con sus dedos el gesto de paz permite soñar que para Charly dicha seña simboliza mucho más que un gesto.