miércoles, 28 de enero de 2009

Charly en el recital de Elton Jonh

Luego de 16 años y con un talento intacto, Elton John (61) regresó a la Argentina para revalidar porqué sigue siendo una leyenda de la música. Dueño de una eterna habilidad para el piano, un título de caballero de la Corte Inglesa que alimenta el mito, y un carisma que desafía el tiempo, el cantante desembarcó con sus canciones en el Estadio de Boca Juniors para repasar muchos de los éxitos de sus 40 años de trayectoria. Todo sucedió el jueves 22 de enero y frente a 25 mil personas, y cuando los primeros aplausos le dieron la bienvenida al artista británico, provenientes de los famosos invitados que disfrutaron de su concierto desde el VIP Gold dispuesto en exclusiva por CARAS y en una convocatoria que también incluyó un concurso que premió a sus lectores con acceso al show. En una noche de grandes expectativas, la gran sorpresa fue la llegada de un recuperado Charly García (57), en su primera salida luego de su aguda crisis y posterior recuperación. Es que el icono del rock argentino es un gran admirador del artista inglés, con quien comparte tanto un dominio absoluto del piano como un genio creativo sin discusión.
Los aplausos y elogios de Charly hacia el caballero de la música continuaban sumándose. “Me encanta el recital y todos sus hits. Es un gran maestro y tocó el piano por más de dos horas sin parar. Me gustó mucho y sería un placer poder conocerlo personalmente”, dijo García. Con un vaso de gaseosa en la mano, un semblante sereno, y un humor renovado, el músico argentino se sentó en la primera fila. Había llegado al estadio a las 21:45 acompañado por Nazareno Casero, Guillermina Valdés, y Rosario, Julieta y Sebastián Ortega, los hijos de Ramón “Palito” Ortega, el artífice junto a toda su familia de la gran recuperación del artista. Todo el grupo lo había ido a buscar al campo que la familia posee en Luján y donde Charly continúa su restablecimiento, luego de aquel dramático incidente en un hotel de Mendoza, dos internaciones psiquiátricas y otra por neumonía. Ya aumentó diez kilos gracias a la combinación de asados, torta y helados, camina, nada y hace ejercicios de elongación con un personal trainer, a fin de preparar los músculos adormecidos por los medicamentos que le dieron para combatir la abstinencia y mejorar la flexibilidad de sus piernas y brazos para tocar la guitarra y el piano. También se traslada dos veces por semana hacia el centro porteño a fin de continuar con los tratamientos médicos que incumben a su recuperación.
Toda una realidad de cambio que el músico asimila con lucidez, mucha paz y gran entusiasmo. “Sé que de todo esto saldrá algo muy bueno. Me estoy recuperando y cada día me siento mejor. ”, dijo Charly. Sus amigos sonríen al escucharlo. Dicen que tiene muchos deseos de volver a la música y que ya compuso cinco temas en el estudio que Palito tiene en su casa de Luján. Hacia el final del show de Elton John, cerca de la 2 de la mañana y muy conformes por la calidad del espectáculo, Charly y todo su grupo abandonaron la Bombonera para calmar el apetito en el restaurante Ruffino, donde su dueño, Cucho Fasce, les preparó un mesa con pastas caseras y pizzas a la parrilla. Dejaron el lugar pasadas las tres y Charly partió nuevamente rumbo a su refugio de Luján. “Dejarse curar o cuidar es bueno también. Y no tengo apuro. Estoy rejuveneciendo y me entusiasma el cambio (...)Tengo que seguir trabajando para estar al cien por cien. Me da mucha curiosidad pensar en todo lo que puede venir”, confesó el artista a la revista Newsweek, en diciembre pasado. Y ahora, en su primera salida, verlo sonreír y hacer con sus dedos el gesto de paz permite soñar que para Charly dicha seña simboliza mucho más que un gesto.




martes, 6 de enero de 2009

Una fiesta inolvidable

Los Ortega pasaron un fin de año inolvidable. No tiraron la “quinta” por la ventana, sino puertas adentro de la propiedad de “Palito” se armó uno de esos momentos mágicos que quedará en el recuerdo de todos.

Presencias: Los dueños de casa, “Palito” y Evangelina. La esposa de Ramón se encargó de que todos tuvieran algo rico para comer. Y cuando se habla de todos, incluye a sus hijos. Allí estaban Sebastián, Emanuele, Julieta. Y también parte de la rama política como Luciana Salazar, una de las presencias más impactantes de la noche, también Iván Noble, marido de Julieta. Todo preparado en forma increíble, con una ambientación notable, que estuvo a cargo de Evangelina. Un catering de platos fríos en medio de un decorado de blanco. Una mesa de dulces y todo con el logo “2009”, incluidos chupetines y caramelos con los números del nuevo año. También hubo una mesa de postres temáticos para la ocasión. Pero el momento más emotivo fue cuando a las doce de la noche todos brindaron con el personaje central de la fiesta: Charly García. El músico, que impresionó a todos por su lucidez y excelente estado general, no se guardó nada y se abrazó y besó con cada uno de los presentes. Es más: El abrazo más emotivo lo mantuvo con Palito. A varios de las decenas de testigos que estaban en la quinta de Luján se les escapó una lágrima con esa escena. Un Charly renovado, contento, repuesto físicamente, perfumado y de punta en blanco era el foco de atención permanente. Hasta que se subió a un escenario. Y ahí empezó a interpretar un par de los temas que compuso en este período de recuperación. Y después se sumó León Gieco, quien también fue hasta la quinta para pasar fin de año ahí. Quien también cantó fue Emanuel Ortega, después subió Iván Noble y el “Zorrito” Von Quintiero. Todos estaban felices, zapando con temas clásicos de Charly. La noche se había vestido de fiesta, tanto que hasta “Palito” Ortega se animó a volver a hacer un dúo con Lalo Fransen y, para no ser menos, se prendieron en el escenario. Pero faltaba la frutilla del postre. Nadie se lo esperaba, por eso la sorpresa provocó las lágrimas de nostalgia de varios de los asistentes: fue cuando Nito Mestre se subió al escenario junto a Charly y empezaron a interpretar temas de Sui Géneris. Fue el broche de oro para una noche de lujo. De esas que siempre van a ser una cita obligada en las lista de anécdotas de los privilegiados asistentes. Como le dijo Luli Salazar: “La pasamos bárbaro. Nos mirábamos y no lo podíamos creer. Fue un sueño. Charly estaba a full, como el que supo ser en sus buenos años. Mi tío entusiasmado, mi tía también por el momento que estábamos viviendo. La verdad que fue un lujo”.



viernes, 26 de diciembre de 2008

Charly García: mucho más fuerte

Quién te ha visto y quién te ve. Hace seis meses, el rockero más popular de la Argentina parecía estar deshauciado por los medios. Hoy las fotos publicadas, las primeras después de mucho tiempo, dan cuenta de una asombrosa resurrección.

Las fotos dan cuenta del milagro. Se ve a un Charly García con mirada cristalina, pelo con corte moderno y prolijo, bigote pulcro y recortado, vestido de traje, y si bien la foto no lo muestra, debajo de la comisura de sus labios hay una sonrisa casi perfecta . Ha recuperado peso, unos diez kilos aproximadamente. Está pintón, y nadie le daría 57 años de no ser porque es público que nació en 1951. Sin embargo, seis meses atrás no se podía decir lo mismo, cuando lucía desbordado, en una camilla, trasladado a la fuerza de un hotel mendocino a un hospital, en un derrotero que lo llevó primero a una clínica cuyana, después a la habitación reservada a los presidentes en el Hospital Argerich de Buenos Aires, al día siguiente a la clínica Dharma, dos meses más tarde al campo de Palito Ortega en Luján, en cinco días al sanatorio Güemes, en 48 horas a la clínica Abril, y después, ya cercano a su cumpleaños, pudo ser dado de alta y establecerse con propiedad nuevamente en el campo de Luján. ¿Quién hubiese resistido tanto cambio en tan poco tiempo? Quizás sea difícil imaginarse la magnitud del infierno por el cual atravesó Charly García. Cambiar de clínica no es como mudarse de habitación de hotel. Es volver a empezar un circuito, a tener nuevos tratamientos, nuevos medicamentos, nuevas opiniones, explicar todo de vuelta. Es desgastante. Sin embargo, henos aquí, hoy 18 de diciembre de 2008, hablando de él.
Y hablando bien. Ya no es la misma retahila de quejas por escándalos,violencia y desilusiones. No, esto tiene otro color. Uno puede imaginarse un 2009 mejor para García, aunque más no sea porque ningún año podría ser peor que el 2008 para él. Pero tampoco es eso. Uno puede ilusionarse con que, por fin, Charly García pueda encontrar su propia felicidad. Más allá de que vuelva a los escenarios, porque a los estudios ya ha vuelto, y hay cinco canciones grabadas a las que le faltan solo puntadas finales. García despertó mucha irritación con sus desplantes eternos durante casi dos décadas. Pero también es un artista que se ganó el cariño de todo el público, y salvo los moralistas de siempre, el que no lo quiere al menos respeta sus galardones musicales, que los tiene en abundancia y en toda regla. A estas alturas, uno se conformaría con que el hombre que está detrás del artista sea feliz. Porque eso es lo principal para que las cosas prosperen. No hay que apurar conciertos, discos ni compromisos públicos. Él sabrá cuando se siente fuerte y al ciento por ciento, y cuando eso suceda, las cosas se darán naturalmente.
Pero para que la esperanza fuera algo más concreto que una expresión de deseos hacía falta una prueba tangible, y las fotos publicadas por la revista Gente, son esa prueba que tanto esperábamos, de que el queridísimo Charly García está recuperándose bien de un año que casi nos priva de él.

Fuente: 10musica.com

martes, 23 de diciembre de 2008

Charly hoy por Sergio Marchi

La fotos posteada corresponde a la sesión que Gente hizo con él por la famosa tapa de los personajes del año. Ese es Charly García hoy.
Si pensamos lo que pasaba casi seis meses atrás, creo que este era un escenario poco imaginable.
Llegó el momento de que Charly, poco a poco, comience a mostrarse en público. Mañana, jueves, por la noche (las revistas llegan a los kioskos alrededor de 19.30) podrán leer en una publicación de actualidad, el primer reportaje público que otorgó después de los acontecimientos de Mendoza. Dice cosas interesantes, y al mismo tiempo se podrá constatar que Charly sigue siendo el mismo. Aunque no el mismo de hace seis meses.
Han cambiado algunas cosas muchas, y hay más cosas que resolver. Esta
es una construcción lenta, como toda buena construcción. Y además
porque si Charly García fuera una pieza arquitectónica, un Empire State diría, requiere cosas que otras construcciones no requieren. Son más grandes, más complejas.
Creo que ahora les puedo contar algo (no mucho más) de lo que estuve sugiriendo con cuentagotas, porque algo ya apareció en Rolling Stone, y porque mañana aparecerá algo más.
En la medida de mis tiempos, lo visito cada vez que puedo. Cuando estamos solos tenemos charlas muy lindas, alguna de ellas muy profundas. Y cuando está con amigos, es uno más, ya no el centro del universo. Eso le hace muy bien a la persona.
Pasó lo peor de la tormenta. Y queda el pasto mojado, algún charco de barro, y esa sensación de amanecer que sucede cuando las nubes se están yendo y uno siente que, al menos por un tiempo, paró de llover.
Eso es Charly hoy: un nuevo tiempo. El tipo de siempre, como siemprelo quisimos: bien.

Por Sergio Marchi

Fuente: http://www.myspace.com/sergiomarchi

El Indio Solari habla de Charly

El Indio se refirío a Charly en una entrevista realizada por el Diario La Nación.

Aquí el fragmento de la nota:
Charly y las drogas.
"¿Qué puedo agregar sobre el hombre de la salud de hierro?
En definitiva, deseo lo mismo que todo el mundo, que esté bien.
Lo que no sé es el estado en el que él se siente bien. Si bien no creo en el artista existencial, en aquel que tiene una vida desesperada, que se pincha y se corta y se tira para crear algo, en lo personal no sé cuál es el estado ideal para una vida. Sobre todo en un país donde hay una teoría de la drogodependencia que pone el punto más en el objeto sustancia que en el sujeto persona.
En definitiva, hay que ver cómo lo ayudan, porque acá hay una tradición del tratamiento de la drogodependencia con discriminaciones de tipo legales y policiales. Se cree que a la gente se le puede ordenar curarse y mezclan a todos en un mismo paquete."
Ver nota completa en:

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Charly hoy: escribe Palito Ortega

En exclusiva, una carta abierta de Palito Ortega a su amigo Charly García.

La hondura de la persona es misteriosa, inefable e inescrutable, incluso para la propia persona, cuando intenta, por introspección, aplicar la autodefinición. Por lo tanto, considero inútil intentar en esta carta dimensionar la hondura de tu persona.
Cierta vez un hombre recorrió un largo camino para visitar a un viejo Maestro. Cuando le preguntaron si se había tomado toda esa molestia para recibir las enseñanzas del Maestro, respondió: "No. Sólo quería ver cómo se ata los zapatos".
Vos y yo también recorrimos un largo camino. Vos y yo ya sabemos dónde nos aprietan y cómo duelen los porrazos cuando nos pisamos los cordones. Ya sabemos que, cuando uno conoce y reconoce que la realidad del hombre encierra dentro de sí tanto lo mejor como lo peor, se está volviendo hombre.
En nuestra vida natural, la vida ocurre, es un ocurrir; la vida nos sucede. La vida es sólo vida vivida. Sabemos que, cuando se hace lo mínimo posible, puede uno mantenerse "perfecto". Hacer mucho representa el peligro de cometer errores. Entonces, como es natural, el hombre real es más rico: comete muchos errores porque siempre se embarca en nuevas aventuras.
Los intachables nunca se equivocan, pero tampoco son originales ni creativos, porque para serlo hay que intentar cosas. Lo mínimo te lleva a la perfección y éste no fue ni será tu caso. En definitiva, para algunos, la conformidad es una virtud: siguen el ritmo que les marcan otros, aunque sean inferiores a ellos. Toda su virtud, su moralidad, se basa en que los demás tengan una buena opinión de ellos, y éste tampoco es tu caso.
Por muchos años transitamos caminos diferentes, hasta que una noche comíamos con mis hijos Julieta y Luis cuando llegaste y te abrazaste con ellos. Luego me miraste y con una sonrisa de niño que acaba de hacer una travesura me dijiste: "Palito, no nos peleemos más". Ese compromiso quedó sellado con un abrazo tan largo que parecía una necesidad de recuperar el tiempo perdido.
No creo en la casualidad porque todo acontecimiento está determinado por acontecimientos anteriores y puede, teóricamente, hasta ser predicho. Por algo estoy escribiendo esta carta mientras vos, contra todos los pronósticos, estás tocando el piano en el estudio, le pedís al ingeniero de sonido que te grabe y, con una voz más clara que nunca, cantás, cantás una y otra vez, la bellísima melodía que escribiste anoche. Una frase de esta nueva canción queda revoloteando por todo el estudio: Aunque no pierda la esperanza, a veces con vivir no alcanza.
No te apures, amigo. Ya estás nuevamente de pie. Ya estás escribiendo canciones tan bellas como aquellas que un día te permitieron entrar al Cielo de los elegidos para siempre. Recorrimos un largo camino, ya sabemos que en la virtud nada es excesivo y que en el placer lo excesivo es perjudicial; ya sabemos cómo duelen los porrazos cuando nos pisamos los cordones mal atados. Por lo tanto, querido amigo, no debemos permitir que el pasado retrase un solo paso hacia el futuro y, sobre todo, que ninguno de los dos perturbe un solo segundo de este luminoso presente.
Un abrazo, Ramón

Posdata: Perdón. ¡Qué alguien les avise, porque me fui del estudio y no les dije a Charly, a León, a Nito, al Zorrito, a Samalea, al Negrito García López, a Pedrito Aznar, a Fernando y a Kabusacki que dejen un momento los instrumentos y que vengan al quincho porque el asado está listo!
22 de noviembre de 2008.

Fuente: rollingstone.com.ar

sábado, 8 de noviembre de 2008

García, soy tu fan

Hay distintas formas de ser un fan, un fanático, un seguidor. María Soledad Boero, Magister en Letras Modernas (UNC), lo sigue desde su infancia, con una vocación que reúne los sentimientos con las ideas. De hecho, entre sus intereses académicos, está el abordaje de la obra del maestro del rock nacional.

He aquí sus razones para ser, después de todo, una fan inclaudicable.
-Porque tengo la sensación –seguramente compartida con muchos- que desde los doce años hasta ahora, con treinta y cinco a cuestas, García estuvo siempre como un telón de fondo de sonidos que fueron marcando cada experiencia, cada momento de la vida.
Porque “un día descubrí que empezaba a crecer, sentí, lloré y creí”…
-Podría transcribir infinitas canciones que pusieron palabras a ciertos estados donde sólo reinaba el silencio. Palabras prótesis, palabras amarras, palabras afecto, cuántas palabras le robamos a Charly…
-Porque “nadie me enseño cómo vivir, nadie me enseñó cómo sentir”…”Tómalo con calma, la cosa es así…”
-Porque “fui lo que creí, soy lo que está pasando” como dice en Reloj de plastilina.
-Porque aunque suene paradójico, hay una tremenda fuerza vital en la trayectoria Charly, una búsqueda constante, no se sabe muy bien de qué (quizá de ese sonido absoluto, de esa voz, de esa palabra), una insistencia, un balbuceo, un “irse demasiado lejos para estar acá”.
-Porque si de poner el cuerpo se trata, todo Charly es una escritura en el cuerpo. El precio de la autenticidad extrema, a pesar de las poses, a pesar de los gestos.
-Porque simplemente, me da felicidad. Charly transmite algo que tiene que ver con la búsqueda de cierta liviandad, pero no la de lo light o de lo vacuo. Es una liviandad que surge después de haber atravesado tempestades, tormentas de locura. La liviandad del que puede regresar, del sobreviviente, del soplo de vida. “Si los pesados mi amor, llevan todo ese montón de equipaje en la mano, oh! mi amor, yo quiero ser liviano. Cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada…”
-Porque con su genio de artista nos dio tantas canciones bellas, pero tantas…no le podemos pedir nada más, no se le puede pedir nada más. Charly es un artista verdadero, que se ha entregado en cuerpo y alma. Mejor nos preguntemos qué tenemos nosotros para dar…

Fuente: http://weblogs.lavozdelinterior.net


GESTO Y EXPERIMENTACION ESTETICA.
NOTAS SOBRE CHARLY GARCÍA

Inés María Magnasco
María Soledad Boero
Universidad Nacional de Córdoba

“Yo soy lo que hago y son las mismas canciones las que te arrastran a esos estados emocionales... jodidos para el que no puede bancarse un estado emocional así. Me parece que un tipo que no dé la vida por lo que hace, no es un artista. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a artistejos de cuarta” (Charly García en declaraciones a la revista Rolling Stone).

Poses¨No pienses que estoy loco,es sólo una manera de actuar¨
“Yo soy lo que hago” dice el autor en el epígrafe y nosotras lo tomamos como una clave de lectura, un punto de partida para pensar y compartir con ustedes algunos interrogantes en torno a una figura compleja dentro del campo de la música popular argentina. ¿Por qué rescatar soy lo que hago? Tal vez sea una respuesta en otro tiempo a la tan famosa “Soy lo que soy”, y entre el ser y el hacer, entre la posición estática y el movimiento, entre la existencia que se contrapone a la esencia, se abre -por lo menos para nosotras- un espacio para indagar.
Cuando mencionamos el nombre de Charly García en el contexto de nuestro país, no es necesario agregar demasiado más para saber de quién estamos hablando. Icono del rock nacional, su figura se genera y autoengendra permanentemente. Músico genial, oído absoluto, derrotero de excesos y escándalos que lo convierten en un cuerpo extremadamente visible y a la vez, singularmente excéntrico. Un crítico de rock sostiene que “no hay prácticamente nada sobre Charly que pueda decirse que él no haya dicho o imaginado antes, a favor o en contra. Los varios Charly que habitan en Charly han sido rigurosamente retratados por el escritor y compositor que alguna vez fue Charly García Moreno, algunas veces con autocomplacencia, pero muchas otras descarnada e irónicamente”.
Figura polémica y provocadora de opiniones fuertemente antagónicas (para algunos, la estrella de rock nacional por excelencia; para otros, la decadencia de un artista que en alguna época supo escribir buenas canciones): toda su vida se ha convertido en un escenario donde, en varias ocasiones, su cuerpo -como soporte de significaciones- ha sido el protagonista.
Vemos entonces que el objeto Charly García (su música, sus letras, sus declaraciones televisivas y gráficas, sus performances en los recitales, sus escándalos mediáticos; pero también todo lo que se ha escrito sobre él, a favor y en contra, todas las representaciones/interpretaciones que han circulado y circulan sobre su figura) se ha convertido en un objeto excesivamente potente, que promueve a la ilusión de que todo ya se hubiera dicho sobre él (ilusión de transparencia que el mismo artista contribuye a alimentar) y, paradójicamente, se ha transformado en un “objeto opaco”, en el que vida y obra, persona y personaje, aparecen imbricados de un modo singular.

Posar a estrella de rock
Como señala Sylvia Molloy, la pose intenta expresar algo que no se nombra, que está por venir. El sujeto que posa necesita provocar para que su actitud cobre sentido. La pose decadentista –paradigmática por excelencia- esconde algo más que una caricatura o una postura frívola; se presenta como estrategia de provocación para no pasar desatendida, para obligar la mirada del otro, “para forzar una lectura, para obligar un discurso” (Molloy, 1994: 130). La exageración se apodera del cuerpo del que posa: el exceso, la exhibición…todo sirve para fomentar la “lujuria de ver” (pero también cierta lujuria del decir, del opinar sobre el que posa, de la sentencia, la clasificación, etc.).
La figura de Charly García parecería fabricada para posar ya que supuestamente tendría todos los atributos legibles para alimentar el mito de la estrella de rock: de cuerpo longilíneo, su extrema delgadez se muestra como un mapa que sugiere el exceso y el descontrol, además de sus uñas pintadas, sus aerosoles que cubren todo lo que toca, sus prótesis para mirar e intervenir sobre lo que lo rodea, su inconfundible bigote bicolor, entre otros elementos y actitudes más polémicas. Creemos que hay un juego consciente del músico para contribuir a exacerbar los tics de la estrella de rock y también sostener una definición de lo que debe ser un verdadero artista:
“Podés ser músico, ser actor, estar en la TV, pero no por eso sos artista. Si hablamos en serio, artistas de verdad hay pocos. El artista es un tipo de otro nivel, alguien que hace arte de su vida” (“Ser músico o actor no te hace un artista” Página 12, miércoles 27 de junio de 2001).
Quizá las huellas de esa pose decadentista, sumadas a los tics de una estrella de rock, contribuyan a sostener la delgada línea entre arte y vida, letra y cuerpo. Charly se nutre de esas poses, y las localiza -para la mirada del otro- en una zona de ambigüedad. El artista -a pesar de todos los pronósticos agoreros sobre la inminencia de su muerte, no sólo la física sino también de su creatividad- es protagonista activo de su permanente invención, de su hacerse en y a través de sus canciones, de su historia, y por qué no, de sus poses. “Lo que ves es lo que hay, todo el mundo quiere olvidar” provoca Charly en una de sus canciones y parece empeñarse en hacer de su cuerpo una tecné que escenifica su presencia actual.
Una escena mediática interesante para analizar sucedió hace un par de años, en un hotel en Mendoza. Era verano y Charly se encontraba en la habitación de un noveno piso, esperando, tal vez, su próxima presentación. De repente, y viendo que en el patio del hotel había una pileta llena, decide tirarse desde la ventana de su habitación que, repetimos, se encontraba en un noveno piso. Al instante, sale del agua sin un rasguño y a partir de allí, comienza el barullo semiótico y los avatares mediáticos. Por un lado, el riesgo y la “locura” de este músico son noticias por la tele, las opiniones sobre su estado psíquico, los rótulos de payaso, provocador, el ridículo. Por el otro, la “lujuria” del que mira y a la vez condena, paradójicamente registra la acción a través de las cámaras en todos sus detalles y promueve al escándalo. Charly, por su parte, sale al cruce con argumentos del más puro tenor logicista: “Tenía calor, no podía salir, estaba encerrado, ví la pileta y recordé mi infancia cuando practicaba clavadismo. Sabía lo que hacía”.
Nos importaba traer esta escena porque nos permite formularnos una serie de interrogantes: ¿Se puede leer esta acción como una pose más, como una nueva estrategia de provocación­? ¿Se trataría de la exacerbación, la coronación de la pose decadentista? ¿O tal vez podríamos considerarla como una de las tantas acciones en las que el artista muestra más que enunciar su compleja relación entre arte y vida? Relación en la que el cuerpo y la vida misma se transforman en arte, si nos volvemos a detener atentamente en las palabras de Charly que citamos en este trabajo.
De esta manera, podríamos decir que el cuerpo se vuelve corpus: el episodio de la pileta generará dos canciones: “Me tiré por vos” y “Noveno B”.

Gestos“Fui lo que creí, soy lo que está pasando”
La apuesta vital y estética parecería ser no sólo “Soy lo que hago” sino también “soy lo que está pasando”, es decir, el cuerpo aparece atravesado por el contexto, por lo que lo rodea, por el medio. El cuerpo entonces, se convierte en caja de resonancia, en soporte: un cuerpo que se escribe y una boca que calla, un cuerpo que en su gesto, “se asume y se soporta”.
La característica del gesto -sostiene Agamben- es que por medio de él no se produce ni se actúa, sino que se asume y se soporta. El gesto se inscribe en la esfera de la acción, pero se distingue del actuar (un fin sin medios) y del hacer (un medio con vistas a un fin) (Agamben, 2001: 53, 54).
Pensando en esta noción se hace más visible y legible una experimentación estética como la de Say no more. Lo que comenzó siendo sólo un título de una nueva placa se transformó en un concepto clave de toda su obra posterior pero también una relectura de su producción anterior.
En el año 1996 Charly García edita su álbum denominado Say no more –disco que generó una serie de polémicas desde el momento de su aparición ya que sus primeras presentaciones en público fueron frustradas. Además, desde la crítica fue bastante rechazado, y negado por gran parte del público que creció con las canciones del roquero. Este disco surge luego de una época demasiado atormentada para artista –internaciones, problemas con drogas, escándalos, etc. La gráfica que acompaña al C.D también juega a la experimentación: Aparece la figura de Charly, opaca, confusa, su cuerpo parece surgir de los mismos clarososcuros que componen la fotografía y que marcan el tono de las letras y de la música. A su lado, el trazo dibujado por él mismo, con las iniciales de Say no more, que luego adquirirá el estatuto de logo.
Say no more se constituye en un sello, una firma, un espacio, un tiempo y la nueva nominación del músico: “Say no more soy yo”, dijo Charly; otra forma de confusión entre arte y vida. De este modo, Say no more se transforma en una marca registrada, un nuevo “universo” de García, en el que lo que se está jugando es la invención de un Nombre, quizá no ya tan Propio a la esencia, a un “yo”, sino tal vez más acorde a lo que no se dice, a lo que permanece inexpresado, a lo que se muestra porque no puede ser dicho, porque quizá no haya nada que decir. No digas nada. No hay nada que decir.
Say no more entonces, marcaría el punto de inflexión en el que la pose da lugar al gesto. O -pensando con Agamben- señala el momento en el cual “una vida se juega en la obra”. En esa jugada García abandona un terreno seguro: pone en juego su “prestigio” pasado, su trayectoria, para instalar otro concepto marcado por la disonancia y lo imprevisible. La invención de sí estaría ligada a un “hacerse” que va más allá de la obra, de lo escrito y que compromete al cuerpo como espacio donde esa invención se hace carne. El cuerpo como laboratorio, escenario y experimentación. Y en ese gesto, puede ser entendida una frase fetiche del propio García: “La vanguardia es así”.

Notas
Polimeni, Carlos. “Charly sopla velitas. Papá cumple cincuenta”, en diario Página 12, 23 de octubre de 2001.
Recordemos algunos de sus escándalos mediáticos, como por ejemplo, su bajada de pantalones en un recital, sus ataques a la prensa; o cuando, más recientemente, se tiró de un noveno piso a una pileta, en un hotel de Mendoza. Además, su “comentada” adicción al alcohol y las drogas estuvo acompañada de una serie de internaciones a comienzos de la década del ’90, lo cual trajo aparejado que, durante mucho tiempo, en la opinión pública se hablara de su inminente muerte.

Nicolás Rosa utiliza esta expresión a propósito del escritor Jorge Luis Borges, en El arte del olvido. Bs. As. Editorial Puntosur. 1990 (pág. 148).

“Pienso que por ahí la gente que se sintió alienada con Say no more, con esas novenas, con esas notas que se metían y que parecían fuera de lugar, quizá pueda ampliar su vocabulario auditivo con este disco. No te olvides que los músicos cuando grababan no sabían bien cómo era el tema ni las notas que tenía (…) Se produjo algo raro ahí”. Entrevista a Charly García por Sergio Marchi, en revista Rolling Stone.